Sobre alimentación infantil: "Mi niño no me come" y "Comer a todo color"


Un clásico cuando se es padre: lograr que los niños coman sano y nutritivo. Está claro que cuando son pequeños todos iniciamos con muchísimo entusiasmo y los bebés, si tenemos suerte, comen de todo con singular alegría. Pero poco a poco, sin saber bien en que momento, deciden que lo verde !Puaj!! y que se alimentarán de pasta, queso y crema de cacahuate.



Nosotros empezamos la alimentación complementaria alrededor de los 6 meses. Antes de empezar leí todo lo que pude sobre métodos y pautas. Investigué las recomendaciones de las asociaciones pediátricas Canadiense, Británica, Americana, Francesa, Mexicana y Neerlandesa. Un mar de contradicciones. No hay consenso ni acuerdo sobre si se debe empezar empezar con proteínas, vegetales o frutas. La verdad es que confié en mi instinto y tomé lo que me gustó de cada sitio, es decir, hice lo que mejor me convino. 


Hay temas que definitivamente están fuera de debate, como evitar la miel hasta después del año, por el riesgo de botulismo (intoxicación por Clostridium botulinum), así como no dar piezas redondas que pudieran presentar un riesgo de ahogamiento como nueces o uvas enteras. También evitamos en lo psoible la adición de sal y azúcar, pero sí que utilizamos diferentes especies (canela, hierbas provenzales) en un infusor de té para ir introduciendo sabores en los alimentos de forma gradual.


Seguimos en su mayor parte el método llamado en inglés "baby - led weaning" que se traduciría algo así como "destete dirigido por el bebé". Al inicio la dejamos jugar con pequeñas piezas de brócoli o camote al vapor; pepino, zanahorias, pimientos.... Sin embargo, la verdad es que me hacía muchísima ilusión hacer mis propias sopas y papillas. Uno de los primeros regalos que recibimos al nacer mi hija fue el libro francés "Family cookbook" de Laurence Haurat, y la verdad es que se veía todo tan apetitoso que lo decidimos probar. Los puristas del "baby-led weaning" dirán que no hay que combinar métodos, pero nosotros lo hicimos igualmente.



Introducimos 1 alimento a la vez, ofreciéndoselo 3 días consecutivos para observar sus reacciones (alergias, estreñimiento...) y sólo después procedimos a hacer mezclas entre los alimentos que ya había probado. Nunca utilizamos harina de arroz, ya que se trata de un alimento altamente procesado y completamente desprovisto de nutrientes, sólo recomendado en ciertos casos médicos, como el reflujo gastroesofágico;  dando preferencia a mezclas de cereales (avena, trigo, centeno) que luego le dábamos junto con fruta al vapor durante el desayuno. Alrededor de los 10 meses introducimos el yoghurt y algunos tipos de queso. También el hummus y la crema de cacahuate con pan, tan típica en Holanda ya que los últimos estudios corroboran que empezar a ofrecer los alérgenos temprano puede disminuir el riesgo del desarrollo de alergias más tarde

Siempre disfrutó la comida y además le encantaba probar nuevos alimentos: el calabacín y la berenjena le fascinaban. Al igual que la zanahoria, calabaza, aguacate, plátano, moras, espinacas, guisantes y la mayoría de las frutas, además de huevo y pequeñas piezas de carne.

Por todas partes se lee que para evitar que los niños se vuelvan selectivos y "remilgosos" al comer se debe introducir desde muy temprano una amplia variedad de sabores en los alimentos. Sí, ajá. Supongo que las personas que dicen aquello no han lidiado aun con niños pequeños. Nuestra hija solía comer de todo. Desde ratatouille hasta "Roti", una especialidad de Surinam. Y de la nada, poco a poco, se fue volviendo más y más obstinada, aprendió a decir no, y se obsesionó con los colores. Había días en que sólo quería comida naranja. Y otros sólo alimentos verdes; o pedía alimentos claramente proteicos; o pasaba semanas de comer muy bien y otras de no comer nada a solicitar las típicas comidas que les agradan a los niños, evitando a toda costa las verduras que tanto solían gustarle.


 Así es que hay días en que su dieta se basa en yoghurt, pan con crema de cacahuate, pasta, quesos y poco más. Y entonces es cuando empiezan las negociaciones, manipulaciones y chantajes para lograr que se coma 2 o 3 piezas de zanahoria, brócoli o pimiento. Hemos utilizado ya toda clase de trucos: involucrarla en el proceso de preparación de alimentos (le encanta cocinar), acomodar la comida de forma divertida en el plato, ignorarla, dejar que se muera de hambre si se rehusa a comer. La verdad es que come cuando come, y no come cuando no come.


Un libro que nos ayudó en esta fase y que arrojó cierta luz fue el "Family cookbook" de Laurence Haurat, que mencionamos arriba. Dice que entre los 2 y los 3 años 75 % de los niños entran en una fase de "neofobia". Rehusan todo lo que es nuevo,  y por un miedo ancestral a envenenarse, restringen poco a poco la lista de alimentos que aceptan consumir, prefiriendo aquellos de gusto suave como la pasta, las papas, el pollo, la carne molida, algunas frutas, helados  y pizzas. Se necesita cierta rigidez para no sucumbir a los gustos de los pequeños tiranos, obligarlos a probar la comida y no terminar reemplazando por completo la alimentación por pan, queso y yoghurts. En esta situación el libro recomienda poner en práctica cuatro principios:

-familiarizar al niño con lo que come: presentarle muchas veces el mismo alimento (a veces entre 9 y 16 veces) en formas diferentes, para darle seguridad.
-poner el ejemplo: observar a los padres y al resto de la familia comer lo mismo le facilita la tarea.
-observar y participar en la preparación de los alimentos, así tendrá un concepto de la trazabilidad y el origen de lo que come.
-no considerar que los gustos y preferencias del niño son definitivos y adquiridos, más bien, estar listo a observar inversiones de la situación frente a un mismo alimento.


Como padres, nos vanagloriamos el día en que se acaba sus espinacas (aunque sea encima de una pizza o mezcladas con la pasta) o nos pide brócoli o crema de zanahoria; pero la mayoría de los días el tema de la alimentación es uno que nos causa preocupación. Asegurarnos de que recibe los nutrientes que necesita, que su alimentación es adecuada y balanceada, sin que la hora de la comida se vuelva un campo de batalla es todo un reto.

Hemos probado también los famosos batidos / smoothies y jugos por ejemplo de espinaca, plátano y jugo de naranja, pero la verdad no estoy muy segura del valor nutritivo o de si tan favorables son, ya que el proceso de licuefacción tiene por efecto concentrar los azúcares (naturales) presentes en la fruta y además las fibras pierden algunos efectos benéficos al estar tan finamente trituradas.


Ahí es donde las palabras del pediatra Español Carlos Gonzalez en  esta entrevista me dieron algo de consuelo y me indagaron a leer sus libros: "Mi niño no me come" y "Bésame mucho":



"Coma vegetales, deje a los niños en paz, y al final, probablemente, tarde o temprano, ellos también los comerán. A lo largo de una vida las preferencias alimentarias cambian. Entre las edades de 1 y 16 años la mayoría de los niños preferirán comer macarrones que verduras. Sus preferencias cambiarán igualmente, a menos que se les haga odiar las verduras (de tanto forzarlos)." 

No tengo respuestas, y pienso que como padres, sólo podemos hacer ciertas cosas (ofrecer alimentos nutritivos, de buena calidad, limitar los alimentos altamente procesados), pero a menos que los forcemos como a gansos de foie-gras por medio de una intubación forzada o nutrición parenteral, será el niño el que decida lo que entra en su cuerpo. Y los niños pequeños harán lo que hacen: desafiar, obstinarse, probar que tan determinados pueden ser, tratar de romper los límites. Quiero confiar en que siempre y cuando nos vea llevar una dieta variada, sana y equilibrada ella misma aprenderá y empezará a imitar y disfrutar todo tipo de comidas de nuevo.


Otro estudio que me dio un poco de paz mental fue el  realizado por la pediatra Clara M. Davies: "the wisdom of letting children choose their own diets". La pregunta a la que trató de contestar mediante su estudio fue "Que comerían los niños si se les dejara a su libre albedrío?" Para resolver el enigma observó detalladamente la alimentación de 15 niños en un periodo de 6 años. Cada día se les ofrecía una selección de 33 diferentes alimentos y se tomaba nota de que y cuanto comían. Después, se comparó las dietas con las dietas infantiles recomendadas en la época y la salud de los niños fue monitoreada mediante examenes físicos, bioquímicos y rayos X. 



Al analizar las elecciones de los niños se dieron cuenta que eran muy distintas entre sí y también de las recomendaciones de los pediatras de la época. Pero,  luego al comparar las distintas dietas observaron patrones similares en cuanto a cantidad calórica (energía) y proporciones de proteínas, carbohidratos y grasas. Se reportó que los niños permanecieron sanos y libres de las enfermedades de infancia. Cinco niños tenían raquitismo al iniciar el experimento, el cual se resolvió sin tratamiento médico, con la excepción de un niño que presentaba un caso extremo y que espontáneamente decidió tomar aceite de hígado de bacalao. El radiólogo del hospital pediátrico observó en todos los niños una calcificación adecuada, y aunque algunos niños estaban en estado de desnutrición al iniciar el experimento, esto también se resolvió al finalizar el proceso.


 Y bueno, como siempre, una herramienta que nos ha sido útil para trabajar este tema con nuestra pequeña son los libros. En este caso "Comer a todo color" de la editorial mexicana CIDCLI, presenta de forma muy atractiva las propiedades nutritivas de diferentes frutas y verduras y su importancia para nuestra salud.


Al involucrarse y conocer la razón de nuestra insistencia en su nutrición, en sus necesidades de energía, de vitaminas, de los elementos que sus células necesitan para crecer y no enfermar, damos pequeños pasos en la dirección correcta. Y ustedes, tienen alguna recomendación, libro o estrategia para conseguir que los niños pequeños coman?


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