Tras terminar
mi artículo anterior sobre la
feria del libro infantil de Bologna, me quedé con las ganas de escribir más y profundizar sobre la ilustración de los libros infantiles y sobre la enorme cantidad de artistas e ilustradores que asistieron a la feria para mostrar su trabajo, participar en clases maestras, crear contactos, encontrar inspiración...
Nadamás entrar al recinto, en el hall central, habían varias paredes llenas hasta el último centímetro cuadrado de posters y tarjetas de presentación de jóvenes ilustradores.
Luego, en el área central, se podía ver expuesto el trabajo de los
ilustradores cuyo trabajo había sido seleccionado para integrar la exposición de ilustradores de la feria. Este año la ganadora fue
Vendi Vernic de Croacia.
Había igualmente otra zona dedicada a
Manuel Marsol, el ganador del año pasado y al ilustrador neerlandés
Ludwig Volbeda, ilustrador del libro
De vogels que narra la historia de dos estatuas que están enamoradas y se comunican entre ellas a través de una parvada de pájaros.
Eso ya sin mencionar la zona dedicada a los ilustradores de China, el huésped de honor.
Pero no me alcanzan las palabras. Toda Bologna estaba llena de ilustradores. Mientras tomaba el té en una terraza en la
Piazza Santo Stefano conocí a mis vecinos de mesa, que como yo viajaban con un bebé de menos de un año. Se trataba de
Ann Kenny, de
Ann makes books, una ilustradora irlandesa, quien me mostró su lindo proyecto: "T
he truth about freckles", un cuento sobre una niña que descubre que sus pecas son en realidad marcas de estrellas y luego se ve a si misma como una constelación en el cielo. Me encantaría que se publicara porque una de las ilustraciones muestra a la protagonista con una peca en el brazo, exactamente en el lugar donde mi hija tiene un pequeño hemangioma (o "aardbeivlekje"- mancha de fresa- como le llaman poéticamente en neerlandés).
Ya rumbo a casa, en el aeropuerto me encontré por casualidad con
Naty Maui, una ilustradora de Buenos Aires, Argentina quien volaba conmigo a Amsterdam para esperar su transbordo. Era también su primera vez en la feria y como yo estaba impactada y llena de impresiones de la feria. Hablábamos sobre la tendencia a los "libros silenciosos", los cuales me dejan personalmente un poco ambivalente. Si bien es verdad que algunos son sencillamente hermosos, obras de arte en y por sí mismas, mi amor por los libros es también y principalmente un amor por las l-e-t-r-a-s, por la manera en que jugando con las palabras y las oraciones podemos describir, descubrir, inventar lo de aquí y lo de allá, lo que existe y lo que no, lo imaginario, la fantasía.
En la charla sobre la ilustración y la identidad latinoamericana conocí brevemente a
Mailyn Galindo, de
Maiebonita illustration, una ilustradora colombiana viviendo en Leipzig
(aqui una entrevista). Me encantan los tiernos mundos de color y de magia que es capaz de crear.
Pude intercambiar un par de palabras con la talentosa ilustradora peruana
Issa Watanabe. De esta última me dejaron fascinada sus ilustraciones sobre las migraciones, protagonizadas alegóricamente por unos animales llenos de color, pero que capturan sin embargo la angustia, el miedo, la aventura del viaje. Curiosa por conocer más de su trabajo me puse a indagar y definitivamente agregaré a mi lista de libros por leer "
Las pequeñas aventuras de Juanito y su bicicleta amarilla" (
aquí una reseña) y "
Más te vale mastodonte".
En esa misma plática
Diego Bianchi (Bianki)* decía que "el album ilustrado está obsoleto como género"; que " (...autores e ilustradores infantiles) nos repetimos al cansancio" ya que se ha vuelto un negocio, un tema comercial. También mencionaba, y en esto estoy de acuerdo, que en un libro ilustrado tanto las ilustraciones como las letras deben tener su propio peso y no repetirse la una a la otra, lo contrario es redundancia. Pienso que esto es verdad: mis álbumes favoritos son aquellos en los que no sólo las ilustraciones son hermosas sino en que las palabras (aunque no siempre rimen) tienen una melodía, en los que las oraciones son bellas en sí mismas; aquellos libros en que al leerlos en voz alta las historias salen volando, cobran vida, alcanzan otro nivel. Esa es (para mi) la verdadera literatura.
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Uno de las (tantas!) libretitas llenas de objetos encontrados en la calle y convertidos en algo más de Diego Bianki |
Aun así, queda clarísimo que hay mucho, mucho talento y muchas historias que valen la pena ser contadas, más aun en estos días en que los medios digitales están en pleno auge.
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